Sobre el desapego

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Intro

Estoy leyendo el libro Martes por la tarde con mi viejo profesor. Lo comencé más por aburrimiento que por interés genuino. Se porque descargué, porque lo escogí1, pero es fruto del azar que haya seleccionado ese y no otro para leer de mi biblioteca de más de 100 libros.

Acabo de leer el capítulo “Sexto Martes: Hablamos sobre las emociones”. Es un capítulo tan lleno de conocimiento que no podía simplemente extraer las mejores frases, debía entenderlo, comprenderlo, combinarlo con mis ideas, expresarlo y compartirlo. Aquí va el resultado del último paso.

La vida

La frase que disparadora es: “Cuando aprendes a morir, aprendes a vivir”2. ¿Cómo se siente morir? Saber que este es tu último día, tus últimas horas; ¿lo vuelve especial? ¿preciado? Es como las últimas gotas de Coca Cola3, no se porque pero siempre saben mejor que toda la gaseosa. El hecho de que sea finito; de que esté a punto de acabar; lo hace mucho más especial. Si una gaseosa provoca ese efecto, sentir que la vida se acaba debe ser mucho más intenso, esos últimos momentos por tanto, son los más preciados.

Pero, ¿realmente se cuando voy a morir? Entiendo que si me cuido y no sufro un desafortunado accidente, mi expectativa de vida es unos 80 años. Sin embargo, recordemos que “el diablo está en los detalles”; 80 años es mi expectativa de vida solo si “no sufro un accidente”. Entonces, ¿Realmente se cuanto tiempo me queda?

No, no lo se. Significa que mi continuidad en este mundo depende el azar, podemos afirmar sin sobre analizar que “es tan probable que viva mañana como que muera mañana”. Wow, escribir esa frase dio escalofríos; notar tu propia mortalidad es una sensación de caída.

La prisión del temer

Si este puede ser mi último día ¿Qué hago? ¿Saco prestamos como loco y viajo? ¿Vendo todo y voy a la montaña a meditar? ¿Le digo lo que siento?

¿Cuantas cosas callamos porque “no es el momento”? Porque mejor mañana, otro día, para la siguiente, luego. Todas esas emociones reprimidas, oprimidas y suprimidas duelen; no se puede reprimir una emoción, siempre se expresa4; busca la forma de mostrarse, esa ansiedad, ese temblor, temor, frío; son emociones reprimidas; si no las escuchas te gritan. Si contienes una emoción no podrás avanzar, estarás tan ocupado teniendo miedo que nunca podrás superar ese miedo.

La libertad ser

¿Y que hago? El miedo impide que lo supere y ese impedimento contribuye a mi miedo, el circulo viscoso de la serpiente que muerde su propia cola5. La respuesta esta entre lineas, “suelta esa emoción”, o como dice el profesor de Mich “liberate de ella”.

Si te sumerges en estas emociones, permitiéndote a ti mismo tirarte de cabeza sobre ellas, hasta el final, sumergiendo tu cabeza incluso; vives de una manera plena y completa. Sabes lo que es el dolor, sabes lo que es el amor, sabes lo que es la perdida de un ser querido y solo entonces puedes decir, esta bien he vivido esa emoción, reconozco esa emoción, ahora necesito desligarme de esa emoción.

Cuando reconoces las sensaciones de esa emoción, su textura, humedad, escalofrío, sofoco del cerebro eres capaz de reconocerla, y puedes apartarla de ti. Reconocer una emoción es soltarla. Reconocer las emociones, demostrarlas (te quiero, me gustas, tengo miedo), te liberas, si las reprimes, te controlan.

Siente la emoción, identifica sus efectos en tu cuerpo, déjala fluir, y luego sigue adelante, “Así se siente la soledad/tristeza/miedo ahora voy a desligarme de ella”.

Footnotes

  1. Suelo descargar libros relacionados con filosofía, psicología, y ciencia ficción.

  2. Cada día me sorprende más como en pocas palabras una persona puede condensar tanta sabiduría.

  3. Ya no tomo esa gaseosa, pero hace varios años era lo único que tomaba.

  4. Esa tradicional idea de que “El hombre solo se calla y sigue adelante” es lo que hace que seamos los hombres los que más se suicidan. Un día ya no aguantas más y explotas.

  5. Uróboros.